Un creyente maduro es aquel que tiene una conciencia continua de la presencia de Dios en su vida y en todo lo que acontece a su alrededor. Es aquel que a cada paso ve a Dios gobernando de manera real y constante. Este creyente es consciente que tanto la creación en su conjunto, así como su propia vida en lo individual, es gobernada y cuidada por la Providencia divina.
Las palabras anteriores resumen cómo Wesley considera que se conducen los de “limpio corazón” según la enseñanza del Señor Jesús en el contexto del Sermón del Monte. En Mateo 5.8 Jesús dice: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios». A partir de este texto Wesley describe que:
«Los de limpio corazón ven todas las cosas llenas de Dios. Lo ven en el firmamento de los cielos, en el caminar de la luna con esplendor, en el sol cuando se regocija cual gigante para recorrer su curso. Lo ven poniendo las nubes por su carroza, y andando sobre las alas del viento. Lo ven que prepara la lluvia para la tierra, que bendice sus renuevos, que él hace producir heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre. Ven al Creador de todas las cosas sabiamente gobernándolo todo, y sustentando todas las cosas con la palabra de su poder. ¡Oh, Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Los de limpio corazón ven a Dios más especialmente en todas sus providencias para con ellos, para con sus almas o cuerpos. Siempre ven su mano extendida sobre ellos para bien, dándoles todas las cosas según medida y peso, contando los cabellos de su cabeza, haciendo un cerco alrededor de ellos y de todo lo que poseen, y disponiendo todas las circunstancias de su vida según la profundidad de su sabiduría y misericordia.»[i]
Aquí podemos ver algunas pinceladas de Wesley con relación a su entendimiento de la Providencia Divina. Dios no es un invitado pasivo en el escenario de la creación, al contrario, Él ejerce un gobierno pleno y sabio de todo lo creado. De manera particular, Dios cuida minuciosamente de sus hijos procurando en todo su bien final. Quizás esta es la síntesis más básica que podemos identificar en la perspectiva de Wesley con relación a la Providencia.
En el contexto en que vivimos hoy, rodeados de tantas aflicciones, un acercamiento a la doctrina bíblica de la Providencia Divina bien debiera sonar como melodías al oído. Cuando sobreabundan los temores y la inseguridad, el cristiano puede confiar en el Dios soberano, quien con sabiduría y misericordia ejerce continuamente su gobierno y superintendencia sobre todas sus obras, particularmente sobre sus hijos en Cristo.
Tener una cosmovisión del mundo no es una opción, sino un imperativo. La doctrina de la providencia es importante porque nos ayuda a obtener una cosmovisión bíblica de todo lo que nos acontece en la vida diaria. Ella nos ayuda a entender e interpretar lo que ocurre en el mundo y cómo responder a ello. Esto abarca un gran numero de áreas con las que habitualmente nos relacionamos, personas con las que interactuamos, enfermedades que aquejan, eventos naturales que enfrentamos, etc.
Contexto Siglo XVIII
Para entender un poco mejor la perspectiva de Wesley sobre la doctrina de la Providencia, debemos acercarnos un tanto al contexto de su tiempo.
Para el tiempo el siglo XVIII el llamado período de la iluminación estaba transformando aceleradamente la cosmovisión que hasta ese momento se tenía del mundo. La perspectiva teológica deba paso a un racionalismo enfermizo que buscaba replantear aquellos conceptos y cosmovisiones que no pudieran ser argumentados únicamente con la razón. Por supuesto que este novedoso impulso colisionó con la fe y con muchas de las doctrinas ortodoxas sostenidas desde siglos anteriores. Es en este periodo cuando el racionalismo engendra la semilla de una cosmovisión deísta del mundo. Si bien Dios era el creador, este habitaba alejado de su creación y proyectaba que el mundo fuero gobernado exclusivamente por aquellas leyes naturales con las que lo había creado. En el entendimiento deísta, Dios era distante e impersonal, incapaz de involucrarse en ninguna medida en la creación y como consecuencia lógica, el azar y la fortuna gobernaban. En otras palabras, Dios creó al mundo, lo echó a andar con los recursos necesarios y se marchó lejos.
Esta cosmovisión deísta rechazaba lo que históricamente se había creído hasta la fecha, es decir, que Dios cuidaba y gobernaba de manera específica y particular tanto la creación animada como la inanimada. A favor de una Providencia particular, en lugar de una general, fue la defensa de Wesley en muchos de sus escritos y sermones. Junto a la ortodoxa histórica, Wesley entendía que Dios está presente y activo en todas partes y en todas las circunstancias, tomando la iniciativa para guiar los acontecimientos en favor de sus propósitos más importantes y siempre para el bien humano. Samuel Wakefield, teólogo Metodista del siglo XIX, afirmaría que “la Divina Providencia es el cuidado y la superintendencia que Dios ejerce sobre sus criaturas.”
Precisamente con la intensión de urgir un correcto entendimiento de la doctrina de la Providencia Divina, Wesley escribe el Sermón 67, partiendo en su reflexión teológica del texto del evangelio de Lucas 12.7 «Incluso los cabellos de tu cabeza están todos contados«. Albert Outler nos deja saber que Wesley predicó este texto no menos de cuarenta y cinco veces en su ministerio. [ii]
Las Escrituras y la Providencia Divina.
Wesley argumenta que Dios mismo, en la Biblia, ha explicado con claridad y consistencia cómo Él gobierna el mundo. Para Wesley, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios describe a través de las escenas ahí contenidas cómo opera la providencia divina. Wesley describe la providencia de Dios gobernando a través de todo el Antiguo Testamento, como «una cadena conductora ininterrumpida y conectada desde principio hasta el final«, conduciendo Dios los acontecimientos hacia la revelación final en Cristo [4].
En el Nuevo Testamento, Wesley resalta la realidad de una Providencia divina al ser esta enseñada por Jesús para traer paz a sus discípulos del temor a los hombres (Lc 12.4-7). Ciertamente Dios gobierna de manera particular sobre su pueblo y eso es algo que Jesús mismo afirma a sus discípulos.
«El los protege aún más en contra de ello (del temor de los hombres), por la consideración de una providencia que gobierna«. Según Wesley «nada es tan pequeño o insignificante a la vista de los hombres como para no ser un objeto del cuidado y la providencia de Dios, ante quien nada es pequeño en lo que concierne la felicidad de cualquiera de sus criaturas.»[5]
Para Wesley «hay pocas doctrinas en toda la brújula de la revelación que sea de mayor importancia que esta«.
Los Atributos de Dios y la Providencia Divina
Los argumentos sobre los que se apoya Wesley para esbozar la doctrina de la Providencia divina están enraizados en los atributos de Dios: Su omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia, entre los cuales podemos hallar necesariamente una conexión lógica y teológica.
Primero como Creador de todo lo que existe, siendo Él mismo Dios eterno, Todopoderoso, omnisciente y misericordioso. Todo lo creó «ex nihilo» y en perfecta conexión y vio que era bueno.
“El Dios eterno, todopoderoso, omnisciente y misericordioso es el Creador del cielo y la tierra. Le hablo a la nada, por su palabra todopoderosa, a la expansión del universo, y todo lo que existe. «Así se crearon los cielos y la tierra, y todas sus huestes»”
Segundo, Dios no solo creó todo, sino que los sostiene con su palabra poderosa. El mismo poder que fue absolutamente necesario para dar inicio a la existencia es también el mismo poder que da continuidad a lo creado; el mismo poder a través del cual Dios creó el mundo es el mismo poder a través del cual también lo sustenta. Esta obra de conservación, según Wesley, es continua y minuciosa. Dice: «…él sabe todo lo que ha hecho, y todo lo que conserva, de momento en momento; de lo contrario, no podría preservarlo, no podría continuar con la marcha que le ha dado.”
Siendo que Dios es Omnipresente, su presencia lo llena todo y su ojo lo discierne todo, pues «nada está lejos de El, en quien todos vivimos, nos movemos y existimos«. Él está al absoluto y minucioso control de todas las cosas. Dios «ve cada átomo de su creación mil veces más claro de lo que vemos las cosas que están cerca de nosotros…sólo vemos la superficie, mientras que Él ve la esencia de cada cosa».
Wesley continúa afirmando que Dios ve y conoce minuciosamente el efecto que cada parte de la creación puede tener sobre otra. “El Dios omnipresente ve y conoce todas las propiedades de los seres que ha creado. Él conoce todas las conexiones, dependencias y relaciones, y todas las formas en que una de ellas puede afectar a otra.” Este conocimiento minucioso de Dios alcanza a los animales, los ángeles buenos y malos, y hasta el propio corazón de los hombres, sus sufrimientos y cada circunstancia.
Aquí vemos como Wesley ancla la doctrina de la Providencia a los atributos propios del ser de Dios: Omnipotencia, Omnipresencia y Omnisciencia. Si Dios es Creador y Conservador de toda su creación, entonces Él está al tanto de cada uno de los detalles más íntimos, en especial de los hombres.
Igualmente es interesante notar que Wesley resalta el hecho de que a veces puede parecer contradictorio la Providencia divina y nuestra realidad. La verdad de que Dios es bueno y está al tanto de todas sus obras mientras que nos rodea la mísera y la maldad por todos lados. Pero él nuevamente afirma la veracidad de Dios y recuerda nuestra incapacidad de comprender la Providencia, invitándonos a humillarnos reconociendo nuestra ignorancia, «Cómo puede lo finito medir a lo infinito?«. Wesley aborda más ampliamente este asunto en el Sermón 69: “La Imperfección del Conocimiento Humano”.
Para Wesley, Su sabiduría y su bondad con los que Dios gobierna
«van de la mano y están inseparablemente unidos y actúan continuamente en concierto con el poder del Todopoderoso, para el bien de todas sus criaturas». Concluye afirmando que «no podemos dudar de que ejerce todo su poder, tanto en sostener como en gobernar todo lo que El ha hecho».
La libertad humana y la Providencia Divina
Con relación a la providencia de Dios y la libertad humana, Wesley argumenta que aún cuando Dios lo puede todo, Él no puede negarse a sí mismo, «no puede contrarrestarse ni oponerse a su propio trabajo». Por esta razón, pudiendo hacerlo, Dios decide no eliminar de un golpe al pecado y la maldad de su creación, porque de hacerlo así, Dios estaría contrarrestando o anulando su propio trabajo que empezó en el hombre desde un principio.
Dios creó al hombre a Su imagen, como un agente moral, «dotado de comprensión, de voluntad y de libertad”. Si el hombre no fuera así, entonces «ni su comprensión ni sus afectos podrían haber sido de ninguna utilidad, tampoco hubiera podido optar por el vicio o por la virtud.” Pero dado que el hombre es un agente moral, si Dios hiciera desaparecer de un golpe de omnipotencia el pecado, ciertamente lo eliminaría, pero también desaparecería automáticamente la virtud y la moralidad del hombre. Quitar la libertad humana implicaría también hacer desaparecer la virtud humana.
He aquí donde Wesley afirma, y advierte con mucha reverencia, que Dios no puede deshacer lo que empezó en un inicio. Dios no puede destruir el alma del hombre la cual El hizo a su imagen y semejanza. «Y sin hacer esto, no puede abolir el pecado y el dolor del mundo». En otras palabras, para abolir la maldad y el pecado del mundo, Dios tendría que violentar la libertad humana. El resultado sería entonces la perdida de la virtud y la moral en el hombre; llegaría a ser el humano como una piedra o un palo.
En base a lo anterior, Wesley concluye que se puede ver claramente manifestada la sabiduría, y el poder y la bondad de Dios en la manera en que gobierna a los hombres, para no destruir su libertad ni su capacidad para elegir entre el bien y el mal. En su Providencia, Dios «ordena todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, para ayudar al hombre a alcanzar el fin de su ser», su salvación. Y esto Dios procura hacerlo «sin obligar, sin sobrepasar su libertad».
Wesley ve que «todo el marco de la providencia esta constituido de tal manera que le brinde al hombre toda la ayuda posible, para que pueda hacer el bien y evitar el mal, lo que puede hacer sin convertir al hombre en una maquina; sin hacerlo incapaz de virtud o vicio, de recompensa o castigo». Tiene que haber un propósito superior aún cuando no vemos todos los detalles. Todo lo que Dios hace emana de su amor.
El circulo triple de la Providencia Divina
En la manera en que Dios lleva a cabo su Providencia como parte de Su gobierno sobre el universo, Wesley identifica lo que denomina «un circulo triple de providencia divina».
Un circulo externo es relacionado con la providencia de Dios sobre toda la humanidad, principalmente los paganos.
«Su amor no está confinado: «El Señor ama a cada hombre, y su misericordia está sobre todas sus obras. Libre como el aire, su generosidad fluye sobre todas sus obras: los rayos de sus misericordias se difunden cuando sale el sol».
Un circulo intermedio es relacionado con los cristianos nominales. Sobre estos, dice Wesley, Dios cuida de manera más particular. Dice que pareciera que sobre estos el diablo está más limitado en su obrar en comparación con los paganos.
Un circulo interior está compuesto por los cristianos comprometidos.
«Es a ellos en particular a quienes Dios dice: «Incluso los mismos cabellos de tu cabeza están todos contados». Él ve sus almas y sus cuerpos; él presta especial atención a todos sus temperamentos, deseos y pensamientos, todas sus palabras y acciones. Él examina todos sus sufrimientos, internos y externos, y la fuente de donde surgen.»
«Nada relativo a estos es demasiado grande, nada demasiado pequeño, para su atención. Él tiene su ojo continuamente en cada persona individual que es miembro de esta su familia, así como en cada circunstancia que se relaciona con sus almas o cuerpos; ya sea a su estado interno o externo; en donde su felicidad presente o eterna en cualquier grado se refiere.»
Evidentemente, Wesley puede ver una Providencia minuciosa, total y estricta de Dios sobre los cristianos verdaderos. Con esta perspectiva en mente, él refuta la idea de una Providencia general, la cual era promovida por el pensamiento deísta y racionalista, en detrimento de una Providencia particular. Ciertamente Dios cuida minuciosamente de su creación animal, pero Wesley afirma que Dios tiene un cuidado providencial particular sobre su pueblo.
Contraste Entre Providencia General Vs. Particular.
Como ya se ha dicho anteriormente con relación a la Providencia de Dios, Wesley acepta que Dios gobierna por leyes generales, pero también afirma que Dios, cuando lo estima, rompe las leyes generales en favor de una providencia particular; a esto llamamos milagros.
“Por lo tanto, la gravitación cesará, es decir, dejará de funcionar, siempre que el autor lo desee. ¿No pueden los hombres del mundo entender estas cosas? No es de extrañar; se observó hace mucho tiempo que el hombre imprudente no considera esto, y el necio no lo entiende”.
Para Wesley, la perspectiva bíblica es que la naturaleza no se gobierna al azar, sino que Dios la dirige, gobierna y de manera particular, en todo aquello que respecta a sus hijos. Considera que es imposible hablar de una Providencia general que se ocupa solamente de las partes mayores de la creación y negar una Providencia particular y minuciosa sobre el humano, siendo que este es de mayor valor para Dios que toda la creación inanimada junta; mientras que esta ultima perecerá, el hombre es inmortal.
Por tanto, la providencia particular de Dios sobre su pueblo es minuciosa, «nada es pequeño a Su vista en ningún grado que afecte el bienestar de cualquiera que teme a Dios y haga justicia», afirma Wesley.
Conclusiones
Basado en la cosmovisión bíblica de una Providencia particular de Dios sobre Su pueblo, Wesley infiere al menos tres conclusiones:
La Providencia de Dios nos invita a confiar en El. «¡Qué hay en el cielo o en la tierra que pueda dañarte, mientras estás bajo el cuidado del Creador y Gobernador del cielo y la tierra! Deja que toda la tierra y todo el infierno se combinen contra ti; sí, toda la creación animada e inanimada; no pueden hacer daño mientras Dios está de tu lado: su bondad favorable te cubre como un escudo.»
La Providencia de Dios nos invita a la gratitud. «¡Qué bendición indescriptible es ser el cuidado peculiar de Él que tiene todo el poder en el cielo y la tierra! ¡Cómo podemos alabarlo lo suficiente, mientras estamos bajo sus alas, y su fidelidad y verdad son nuestro escudo y defensa!».
La Providencia de Dios nos invita a caminar en humildad e intimidad con Dios. En humildad atribuyéndolo a Él toda la gloria en todo. En intimidad, confiando en su cuidado providencial pero haciendo uso diligente de todos los medios que El ha dado para nuestro bien espiritual.
Finalmente, Wesley contrasta la triste condición de los que niegan la doctrina de la Providencia particular de Dios sobre Su pueblo con aquellos que la creen.
“En qué melancólica condición están aquellos que no creen que haya alguna providencia; o, que llega exactamente al mismo punto, ¡no una en particular! Cualquiera sea la estación en la que se encuentren, mientras estén en el mundo, están expuestos a innumerables peligros que ninguna sabiduría humana puede prever, y ningún poder humano puede resistir. ¡Y no hay ayuda!”.
“Pero, por otro lado, ¡cuán indescriptiblemente feliz es el hombre que tiene al Señor por su ayuda, y cuya esperanza está en el Señor su Dios! quién puede decir: «He puesto al Señor siempre delante de mí; porque está en mi mano derecha, ¡no seré sacudido!» Por lo tanto, «aunque ande por el valle de sombra y de la muerte, no temeré mal alguno: porque tu estás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento».
[i] Sermón del Monte. Tercer discurso. I.6-7.
[ii] BCE 2: Sermon 67, On Divine Providence. Introductory comment (p.534).

Orlando Ramirez
Orlando Ramirez es presidente y fundador del ministerio Herencia Wesleyana. Sirve como pastor en la iglesia Conexión, FL, donde vive con su esposa Betsy y sus dos hijos Daniel y Elany. Puedes conectar con él en Twitter @OrlandoRamirez3
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