Permítaseme decir lo siguiente en este breve post: Bíblica e históricamente, los niños NO se “presentan al Señor”, SE bautizan en agua.

En lo personal, no hallo un sólo texto bíblico en el Nuevo Testamento que ordene, o siquiera infiera, el rito de «presentar los niños al Señor» como una práctica ordinaria para la Iglesia. Por favor, si lo hallas déjame saber.

Por otro lado, si entiendo correctamente la Escritura, la presentación del niño Jesús en el templo, narrada en Lucas 2.22-24, es totalmente inadecuada como sustento bíblico para apoyar dicho ritual para hoy.

Estos son algunos detalles que me vienen a la mente:

(1) Jesús nace bajo el Antiguo Pacto, dentro de la religión judía, una religión que hasta ese momento se regía por una ley dada por Dios a Israel a través de Su profeta Moisés.

(2) La Ley de Moisés decía (Ex 13.2, 12; Nm 3.13, 8.17) que todo ‘primogénito’, es decir, el primero nacido de una familia, debía ser presentado en el templo y consagrado al Señor. Esto sólo era válido para el primogénito, pero NO para el resto de los hermanos.

(3) Pregunto, si este rito era el medio para venir a una relación con Dios (pues entiendo que es la razón por la cual algunos hermanos presentan a sus niños hoy al Señor), que ocurría entonces con el resto de los hijos nacidos después del primogénito? Cómo venían al Señor?

(4) Si se lee correctamente la Escritura se verá que este rito de presentar al primogénito en el templo al Señor NO era para que fueran perdonados y recibidos en el pueblo del pacto (lo cual es la principal necesidad de todo recién nacido). Es decir, no tiene relación con la salvación, la reconciliación del niño con Dios. En cambio, Dios claramente había establecido un sacramento para eso. Para que todo varón, no sólo el primogénito, pudiera entrar en el pueblo de Su pacto tenía que ser circuncidado; y sabemos que ese rito se le aplicó a Jesus, así como a todo judío que nacía, a los ocho días de nacido (por cierto, pregunto, si los hermanos que hoy presentan a sus niños al Señor porque “Jesús fue presentado”, aún cuando no hay algún mandamiento que nos lo ordene hacer en el NT, ¿también circuncidan a sus niños, puesto que Jesús fue tanto “presentado” como “circuncidado”? Sabemos que no lo hacen). Por tanto, es un error apelar al pasaje en que Jesús es presentado en el templo por ser primogénito, conforme a la ley, para ver en ese texto un fundamento bíblico para practicarlo en la iglesia cristiana. De hecho, en ningún otro pasaje de toda la Escritura dice que este rito es establecido por Dios para el Nuevo Pacto.

(5) En cambio, sí puedo ver que una vez que el Señor Jesús resucitó de entre los muertos, habiendo establecido entonces un Nuevo Pacto, ordena a sus apóstoles que vayan y lo proclamen, es decir, que anuncien el perdón de los pecados y la salvación gratuita a todas las naciones, en las cuales claramente están incluidos los niños (puesto que ellos también nacen necesitados de la purificación del pecado que heredan de Adán) y los bauticen en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para que puedan convertirse en Sus discípulos y no ser condenados, es decir, recibir los beneficios de su muerte sacrificial en la cruz, la limpieza del pecado, la cancelación de la deuda con Dios, la liberación del poder del diablo y una nueva vida.

Y aunque algunos hermanos desprecian la tradición que nos ha llegado hasta nuestros días, es sumamente importante resaltar que no existe un sólo ejemplo en la historia del cristianismo antiguo en que el rito de presentar el niño al Señor se usara en lugar del bautismo. Todo lo contrario, el testimonio masivo de la iglesia de Cristo a través de los siglos ha sido que los niños, al igual que los adultos, necesitan ser limpiados de la contaminación del pecado, y para esto existe una sola forma ‘ordinaria‘ que abre las puertas al reino de los cielos, y esa la estableció el propio Señor de la Iglesia, a saber, el bautismo. Jesús mismo dice,

“…el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de los cielos.” Juan 3.5.

En las palabras de Jesús nacer del agua y del Espíritu significan nacer de nuevo, es decir, esa obra regeneradora que Jesús, en sus propias palabras, conecta al agua y al Espíritu. Juan 3:7 

No te asombres de que te haya dicho: «Os es necesario nacer de nuevo».

De igual manera, esta fue la respuesta inmediata del apóstol Pedro a sus oyentes compungidos de corazón que querían saber cómo ser salvos, cómo entrar en el reino de los cielos; (por cierto, seguramente había entre ellos primogénitos quienes habían sido presentados al Señor según la antigua ley judaica). Pedro les ordena a todos en Hechos de los Apóstoles 2:38 (LBLA) 

Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Ellos debían bautizarse para ser limpiados de los pecados y recibir el Espíritu Santo que los regenera haciéndolos nacer de nuevo.

Pero Pedro no termina con ellos, inmediatamente les anuncia en el verso siguiente la extraordinaria buena noticia del Evangelio, 2:39 (LBLA)

Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame.

La promesa, ¿qué promesa? la promesa que se nos anuncia en el Evangelio, a saber, el perdón y la nueva vida del Espíritu que nos introduce en el reino de Dios, que nos reconcilia con Aquel a quien hemos ofendido; y esto no es sólo para el creyente adulto que se bautiza, sino también para sus hijos, sus descendientes. La gracia de Dios que se anuncia y otorga en el bautismo es para «todas las naciones». Cristo en la cruz y su resurrección hace nueva todas las cosas. La maldición que el primer Adán nos pasó, el segundo Adán, Cristo Jesús, la revertió, para el bien de todo el genero humano. Y nos la otorga por gracia, a través de la fe, en el acto del bautismo. Así de grande es el amor y la cruz de Cristo.

Una oración de presentación del niño ante el Señor puede ser piadoso, pero no une al niño a Cristo. No es bíblico. No debe ser visto como sustituto al sacramento del Bautismo. Sabemos que en Su gracia y amor Dios obra, pero Él, como autor y consumado de la fe, ha establecido el medio para reconciliarnos con Él.

No impidas que los niños vengan a Cristo. No los estorbes ni les prives de la bendición que tanto para ti como para ellos el Señor les ha preparado. Bautízales para que sean limpiados y vengan a formar parte del cuerpo de Cristo, la iglesia. No hay otra puerta de entrada. No lo es el rito judío de la “presentación al Señor”, aun cuando sea practicado hoy con la mejor intención. El mismo Señor estableció cómo se llega a Él y cómo se entra en Su Iglesia, y es a través de un renacer del agua y del Espíritu. Y este es el testimonio de todo el Nuevo Testamento y así lo entendieron los primeros hermanos cristianos y se ha sostenido hasta nuestros días por la mayoría de la cristiandad.

Orlando Ramírez
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