Wesley escribe: "[Nosotros, los clérigos, deberíamos preguntarnos:] ¿Estoy familiarizado con los Padres; al menos con aquellos hombres venerables que vivieron en las primeras épocas de la Iglesia? ¿He leído una y otra vez los restos dorados de Clemente Romano, de Ignacio y de Policarpo; y he dado una lectura, al menos, a las obras de Justino Mártir, Tertuliano, Orígenes, Clemente Alejandrino y Cipriano?". Además, añade una advertencia a todo clérigo: "¡Cuánto más sufriré en mi utilidad, si he desperdiciado las oportunidades que una vez tuve de familiarizarme con las grandes luces de la antigüedad, los Padres Ante-Nicenos...!"